COLUMNA DE APAGOS
Por Efer Arocha. Bucaramanga
8 de
junio de 2013
En
la tertulia Comelibros, situada en el sótano de la biblioteca Gabriel Turbay,
siguiendo la ya lejana tradición de
reunión de los sábados; el encuentro se dedicó al recibimiento de la familia
venezolana del poeta Pablo Zogoibi, a Jesús María Stapper, poeta que vino de
Bogotá para la exaltación de Zogoibi el día anterior, deseaba compartir con los
tertulios traga libros, rememoraciones compungidas vividas con el Zurcidor de
versos en cuita.
Los
Zogoibi de Venezuela, ( Antolinis), Delegación conformada por una médica y por
un tri-ingeniero. Ella, nos habló de sus ascendientes en detalle y también del árbol familiar. El ingeniero
heredó de su pariente la cualidad inata de las lenguas; domina una decena de
idiomas aprendidos en Europa cuando hacía sus distintos doctorados y también en
Caracas.
Jesús
María nos contó en medio de una saliva bañada de pesar vivencias con Pablo.
Supimos que buena parte de su producción se encuentra esparcida en
publicaciones de izquierda de todo tipo, entre las que se cuenta el periódico
del partido comunista, el boletín de la ex-embajada soviética en Bogotá y revistas
culturales. Repitió que había sido instrumentalizado por los grupos políticos
que lo utilizaban para sus fines, pero que jamás en los momentos álgidos de
carencias le tendieron la mano. Luego agregó que pablo era un ángel como
persona y con su palabra. De la concurrencia se oyó una frase en remarque de
que Pablo era ateo. Asunto en el que no hubo discrepancia entre quienes lo
conocimos. Pero esto no obsta para que Zogoibi no haya sido un ángel verdadero,
en él no existió el acto calculado, el arribismo o interés alguno distinto al
que producía su poema. Ajeno a la corrupción hoy tan en boga, fue un hombre
totalmente trasparente. Los ángeles son seres bellísimos, han existido siempre
desde que la humanidad tiene memoria; el primer registro de un ángel fue
hallado en palestina, un toro con alas. En tiempos remotos, su origen es
anterior a todas las religiones que conocemos hoy. Stapper añadió sobre el
libro que publicamos dedicado la memoria del homenajeado, su mayor placer fue encontrar el poema, Soneto a Un
Lápiz buscado con tenacidad.
El
contertulio Frans Saúl Acevedo, relató con tintes mágicos los poderos ocultos
del finado. Son esos inexplicables que escapan al sentido lógico. Luego anotó,
en una reunión de una universidad privada, frente a una fogata, al mencionar su
nombre la llama explotó desapareciendo todo rastro de fuego. Subrayó que él se
encontraba buscando en un barrio perdido una dirección que no aparecía por
parte alguna, cuando de pronto vio a un poeta y una corazonada le dijo: “Pablo
Zogoibi ha muerto“, Instantes después se encontraba frente a su cadáver y luego
ayudaría a cargarlo en hombros en el cementerio. Frans fue amigo íntimo de Pablo,
tiene mucha tela para cortar, desde los tiempos en que Juan Gualdrón oficiaba
de cónsul espontaneo de la Unión Soviética en Bucaramanga. De nuestra parte,
agregamos, que nos vimos obligados a aplazar la primera programación porque
coincidió con un partido de fútbol, y el viernes comenzó a llover justo unos minutos antes de empezar el acto,
obligándonos a refugiarnos en el auditorio. Motivo por el cual, buena parte de
la gente no pudo asistir, pero tuvimos lleno completo.
Aprovechamos
para elucidar un asunto que intriga a especialistas y poetas. El origen del
seudónimo de Sebastián Antolinez, nombre oficial del vate. Uno de sus amigos
entrañables, Fabio Alvarez Blanco, era quien guardaba el secreto: “ Pablo en
honor a Neruda, y Zogoibi fue tomado del título de la novela del argentino
Enrique Larreta” Eso fue lo que el maestro le dijo a Fabio.